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martes, 24 de noviembre de 2009

DROGAS

Existen muchos tipos de drogas y muy diferentes entre sí.
Normalmente se clasifican atendiendo a sus efectos sobre el sistema nervioso central, su peligrosidad (según la dependencia que producen y su toxicidad) y la evaluación del riesgo que de ellas hace la ciudadanía.
En este sentido, se habla de drogas institucionalizadas, como el tabaco y el alcohol, y de drogas no institucionalizadas, como la cocaína.

El peligro derivado del consumo de las primeras, muchas veces, se minimiza erróneamente.

Inyectarse drogas es la forma de administración más directa y peligrosa, ya que aumenta los riesgos de dependencia y de sobredosis.
También aumenta el peligro de contraer infecciones potencialmente mortales, como el virus del sida o la Hepatitis B si se comparten jeringuillas contaminadas. Esnifar o fumar heroína no evita, tampoco, el desarrollo de una dependencia física o psicológica.

EL ALCOHOL

El alcohol es un producto depresor del sistema nervioso central. Está demostrado que existe una relación dosis-respuesta entre el consumo de alcohol, la frecuencia y la gravedad de numerosas enfermedades.

Su consumo abusivo es causante de enfermedades como la cirrosis hepática, determinados cánceres o el síndrome alcohólico fetal, además de ser la fuente de numerosos trastornos psíquicos.

Asi mismo, el alcohol está presente en una proporción importante de accidentes de tráfico, laborales y domésticos. En las Consejerías de Juventud de tu Comunidad Autónoma y en el Plan Nacional sobre Drogas puedes encontrar información y asesoramiento sobre los efectos del alcohol. Recuerda, además, que varias asociaciones prestan ayuda gratuita a aquellas personas que tienen problemas con el alcohol.

EL TABACO

El tabaco es también la causa de más del 90 por 100 de los casos de bronquitis, el 95 por 100 de los casos de cáncer de pulmón y el 30 por 100 de las cardiopatías coronarias, según datos del Ministerio de Sanidad y Consumo. Cada cigarrillo contiene sustancias nocivas para la salud, como alquitranes –los mismos que se usan para asfaltar las carreteras y calles-, arsénico o cadmio. A todos estos datos debemos sumar que la mitad de las personas que mueren por fumar han perdido una media de 20 años de vida.

También es importante que sepas que el tabaquismo no sólo es dañino para las personas fumadoras, también lo es para aquellas de su entorno que aspiran el humo.
La exposición al humo del tabaco es especialmente dañina para la infancia, las personas con problemas respiratorios y las mujeres embarazadas.
Aún así, se sigue minimizando el riesgo real del consumo de tabaco

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